En la vida hay cuatro cosas que no se deben prestar: la primera es no prestar tu energía. Ahora muchas personas están dispuestas a venir a ti a quejarse, lamentarse y desahogarse. Piensas que te consideran como un hermano o una buena amiga, pero en realidad te ven como un banco de energía, y en ese momento, si respondes, tu energía se consume. La segunda es no prestar tu tiempo. Si alguien viene a pedirte ayuda y te pones a ayudar, olvidando lo que debes hacer, es como si le entregaras tu tiempo a otra persona, entregando así tu destino a otros. Desde mi punto de vista, puedes ayudar a los demás, pero no debes descuidarte a ti mismo. La tercera es no prestar causas y efectos, por ejemplo, en ese tipo de conexiones que hacen de intermediarios. No debes ayudar a otros a respaldar garantías, ya que si lo haces, es muy probable que termines en problemas económicos y de salud. La cuarta es no prestar la suerte familiar. ¿Qué significa no prestar la suerte familiar? Por ejemplo, si sueles invitar a amigos a tu casa para negociar y terminan discutiendo, o permites que tus parientes se queden en tu casa para recuperarse, e incluso dejas que extraños poco familiares se alojen en tu casa. Este tipo de cosas, sin darte cuenta, pueden dispersar la energía de tu hogar y destruir los fundamentos de tu suerte familiar. Así que estas cuatro cosas no deben prestarse a la ligera.